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  • Foto del escritorAlvaro Posse

Carta a Adielita

Cartago, 6 de septiembre de 2021


Adielita:


Me pidieron, como siempre se acostumbra, que hiciera una Resolución de Luto por tu partida. Me negué a hacerlo porque un acto administrativo es absolutamente frío para un ser tan cálido como tú. Porque una resolución no puede ordenar que estemos tristes por no volver a contar con tu presencia material y porque ninguna norma podrá hacer que te amemos tanto como te amamos y tanto como tú nos amas.


Anoche aprendí de alguien especial que podemos conectar con las personas que han partido a la presencia del Padre, desde el amor. Así, que en vez de una resolución, decidí conectar desde ese amor, a esta nuestra institución amada que hoy tengo el privilegio de representar, contigo, desde el lugar donde te encuentras que, es allá y aquí mismo a la vez: eso creo que dice la física cuántica…


Entonces tienes en frente una iglesia repleta de amor que se une a las 13.000 personas que a través de nuestra página de Facebook, desde ayer, han manifestado el cariño que te tienen y el reconocimiento por todo lo que eres. Semejante cifra muestra claramente la huella que dejaste: una huella basada en la dulzura, en la sonrisa, en la bondad, en el ejemplo. En tantas y tantas y tantas cosas imposibles de señalar porque todo lo que se diga de ti es apenas un leve intento de aproximación a tu sencilla y humilde grandeza.


A partir de hoy, cuando en el colegio nos pregunten nuestras insistentes amigas del Área Técnica por el perfil de nuestros egresados, les responderemos: Adielita Valencia. Todos nuestros estudiantes deben ser como tú porque tú eres el gran ejemplo a seguir.


Qué afortunados somos de conocerte: qué afortunada es tu familia: tienen un referente por siempre y para siempre; qué afortunado es “MiGer” como le dices a tu esposo al cual te refieres permanentemente con enorme gratitud; qué afortunados somos en el colegio; qué afortunada es la educación de esta ciudad, “Cuna del Talento”, en tu caso, el talento del amor, de la dulzura, de la sonrisa, de la bondad y del ejemplo…


Y como si lo anterior no fuera suficiente, resultaste una de esas genuinas maestras, extraordinaria, dedicada a lograr que todos amaran las matemáticas, que una ecuación tuviera sentido, al punto que las semillas que durante muchos años sembraste ya han comenzado a hacer aportes significativos a esta todavía maltrecha patria a la que le falta tu amor por el conocimiento, tu amor por la didáctica y la calidad de ser que eres.


Desde hoy, el salón 6, el último que ocupaste, se llamará el “Salón Adielita”. Pronto pondremos una plaquita con ese nombre para que las nuevas generaciones que lleguen y que no tuvieron el privilegio de conocerte, pregunten por ti y de manera permanente estemos obligados a contar tu historia: La historia de Adielita; la historia que merece ser conocida, que debe ser transmitida porque historias como la tuya son las que nos mantienen firmes en la esperanza por el ser humano; nos hacer seguir creyendo en la posibilidad de una sociedad diferente… Historias como la tuya nos hacen imaginar el cielo porque el cielo es como tú.


Guárdanos un espaciecito allá para cuando llegue nuestra hora y ahora ve y disfruta de la fiesta de bienvenida que todos los ángeles como tú te están ofreciendo desde ayer.


Te queremos mucho Adielita. ¡Hasta siempre!


Álvaro Posse

Rector



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